La Parroquia Matriz de San Juan Bautista de Gibraleón acogió el pasado martes 8 de octubre un acto conmemorativo de la Madre Luisa de Jesús Nazareno de Nerva en el que intervinieron: el presidente de la Asociación de la Causa de Beatificación de la Madre Luisa, Manuel Luengo; el párroco de la Parroquia de San Juan Bautista de dicha localidad, Antonio Cepeda; el teniente de Hermano Mayor de la Hermandad de Jesús Nazareno, Adrián Cruzado Fernández; e Isidoro Iriberri Donaire, oriundo del mismo pueblo y residente en Palma de Mallorca, que compartió con todos los presentes la gracia extraordinaria que la Madre Luisa le obró en él.
Tras una breve presentación por parte de Manuel Luengo y Antonio Cepeda, seguidamente Adrián Cruzado habló sobre el carisma de la Sierva de Dios. Posteriormente, Isidoro Iriberri contó los detalles de la gracia extraordinaria que recibió de la Madre Luisa, que le salvó de morir en una catástrofe natural el 28 de noviembre de 2021 en Palma de Mallorca. Como muestra de su gratitud hacia la Madre, regaló a la parroquia un cuadro de la Sierva de Dios pintado por Damiá Jaume, que trajo de Palma de Mallorca.
En un escrito, Iriberri cuenta cómo, en una noche de tiempo desapacible, con intensas lluvias y fuertes vientos, sintió que, “algo o alguien roza mi brazo derecho intentando sacarme de la cama”. Inconscientemente se incorporó y observó que mentalmente continuaba rezando el Ave María. “Hago el ademán de salir del dormitorio, solamente hay una pequeña distancia de la puerta del dormitorio al pasillo… en ese preciso instante un ruido extraño, raro, hace desplomarse parte del falso techo, vigas y materiales diversos sobre mi cama (incluida la almohada) y parte de la habitación”, asegura.
Iriberri conoció la obra de Madre Luisa a través de un amigo de Madrid que le envió una estampa en mayo de 2020, en plena pandemia de COVID-19, con la imagen de la fundadora de la Obra Jesús Nazareno de Nerva: “No puedo explicar por qué me sentí atraído espiritualmente hacia aquella sencilla mirada que me decía que me encomendara a ella en mis oraciones. En ese preciso momento tomé un porta-retrato que tenía por casa sin estrenar, y le planté la estampa de Madre Luisa. Yo no la conocí, pero desde entonces tengo la estampa en la mesa y le rezo desde entonces todos los días la oración”.
Desde entonces, Iriberri ha procurado informarse con más de detalle de todo cuanto rodea a Madre Luisa y la Obra Jesús Nazareno de Nerva a través de contactos y documentos, que a su vez ha compartido con otras personas y comunidades religiosas, como la convivencia espiritual llevada a cabo en los Carmelitas descalzos seglares, donde tuvo oportunidad de exponer el ejemple de Madre Luisa.
Además, en su casa siempre está presente una foto de Madre Luisa, iluminada por una vela. La madrugada del 28 de noviembre, tras desplome del techo de su habitación instantes después de levantarse de la cama, la imagen de la fundadora de la Obra de Jesús Nazareno de Nerva permanecía intacta con la vela encendida. “Salgo al salón y mi mirada se fue directamente al cuadro del Sagrado Corazón de Jesús y a la lamparilla que ardía ante Madre Luisa. En esos momentos, solamente se me ocurrió dar gracias a Dios porque estaba vivo. Miré una y otra vez el retrato de Madre. Noté que no estaba ni nervioso ni desesperado por lo sucedido. Instintivamente pasé la mano por el retrato de Madre y le di las gracias en voz alta. Posteriormente me di cuenta de que, llamativamente, no tuve una crisis asmática, pese a que soy muy alérgico, entre otras cosas, al polvo”, recuerda.
Agradecido a Madre Luisa, vive en casa de un amigo, donde también le acompaña el retrato de Madre Luisa, con su lucecita siempre encendida, y le sigue encomendando todas las circunstancias adversas que tiene como resultado de haberse quedado sin casa.